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Esperando a la lluvia en la Cartuja

Diario de Sevilla | Jueves, 01 de Enero de 1970, 00:00:00

Fernando Pérez Ávila "El año pasado tuvimos que usar mascarillas para limpiar, había charcos de orines y montañas de excrementos en las rampas del garaje, preservativos y compresas en el césped, algunas compañeras terminaron vomitando porque el olor era insoportable". Si hay personas en el mundo esperanzadas en que hoy diluvie sobre Sevilla, ésas son las empleadas de la empresa Ámbito de Limpieza, encargadas de este servicio en el edificio Expo, uno de los que más podría sufrir los efectos de la macrobotellona a la que están convocados hoy miles de jóvenes sevillanos en el Charco de la Pava y el entorno de Puerto Triana.

El edificio Expo, antiguo World Trade Center, es uno de los más próximos al lugar donde se prevé que se concentren hoy decenas de miles de estudiantes. El inmueble está rodeado por una zona de césped que en las últimas ediciones de la Fiesta de la Primavera ha resultado demasiado tentadora para los asistentes a la botellona que, sin ánimo de causar daños, se dedicaron a beber y tomar el sol en ellas. El calor hizo que la activación del sistema de riego por aspersión dejara de ser una medida disuasoria para convertirse en un beneficio para los jóvenes, que lo tomaron como una forma de combatir las altas temperaturas. La sociedad estatal que gestiona los activos de la Exposición Universal de 1992 y propietaria del inmueble, Agesa, pretende que la crónica de la jornada de hoy sea bien distinta. Para impedir que haya grupos que se instalen en los alrededores del edificio, ha decidido vallar el perímetro del mismo y colocar un vigilante de seguridad en cada uno de los accesos. La valla estará instalada incluso en la rampa del aparcamiento, donde un empleado de seguridad controlará la entrada de vehículos. La medida no es desproporcionada si se tiene en cuenta que Agesa se gastó el año pasado aproximadamente 24.000 euros en limpieza, reparaciones y seguridad. "Hubo que reponer casi todas las farolas que rodean al edificio, retirar toda la basura acumulada en las zonas ajardinadas porque los empleados de Lipasam no daban abasto, reparar algunos desperfectos e incrementar el personal de seguridad. A Agesa le sale mucho más barato colocar unas vallas en torno al edificio, ya que esta medida costará unos 5.000 euros, y creemos que con ella se garantiza la seguridad de los que trabajan aquí". Quien así habla, Juan Ramón Roelas, responsable de Atención al Cliente de Agesa, es uno de los hombres más solicitados en el interior del edificio Expo. Su teléfono inalámbrico no deja de recibir llamadas del personal de las empresas radicadas en el inmueble pidiendo consejos. "Yo no puedo decirle a nadie que no venga a trabajar o que salga antes. Creo que la seguridad está garantizada porque la gente viene a divertirse y no a causar problemas, salvo que ocurran algunos hechos puntuales. Podemos poner vigilancia y acotar el edificio, pero no garantizar que alguien venga y aparque el coche en la puerta del garaje. El vigilante podrá llamar a la Policía, pero no sabemos si estará ocupada en asuntos más urgentes y podrá atendernos", explica Roelas pacientemente a cada uno de los que le llaman. Entre las empresas instaladas en la Cartuja, de momento, prevalece la incertidumbre. La mayoría de las compañías consultadas por este periódico estudian adelantar su salida a la una de la tarde, siguiendo las recomendaciones de la directora general de Cartuja 93, Ángeles Gil. Siempre dependerá de la cantidad de personas que se hayan concentrado durante la mañana. El Instituto de Prospectiva Tecnológica (IPTS) es una de las entidades que cuenta con más trabajadores, la mayoría extranjeros al tratarse de una institución de la UE. El lunes celebra una convención y sus responsables esperan que los restos de la botellona hayan desaparecido para la fecha. En situación parecida se muestra Asepeyo, que ha trasladado una junta de directivos de Andalucía prevista para hoy de la Cartuja a la sede de Nervión y que abrirá a sus puertas hasta las ocho de la tarde, como una jornada normal. Arrakis cuenta con un centro de teleoperadores que tendrán que trabajar esta tarde. "La salida es sobre la medianoche y no creo que les afecte. Es posible que sí nos pille un atasco a los que salimos a las dos y media", explica Luis Aguilar. También por la tarde trabaja el personal de Enditel, alguno de cuyos miembros es ya experto en macrobotellonas. "Puedo contar anécdotas buenas y malas. Por ejemplo, una vez me retiraron un coche que estorbaba cogiéndolo en peso entre varios jóvenes que iban a la fiesta, pero esto es un caos. Será mejor que llueva".

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