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La lluvia dispersó el «macrobotellón», en el que resultó herido un joven por arma blanca

ABC | Jueves, 01 de Enero de 1970, 00:00:00

El apeadero de Renfe en la
Cartuja se convirtió en uno de
los lugares de refugio para los
jóvenes. MILLÁN HERCE

Una bronca que terminó con un herido leve por arma blanca -un punzón o un destornillador- y dos detenidos, más varias atenciones sanitarias por intoxicaciones etílicas, era, al cierre de esta edición, el balance policial del «macrobotellón» de la Cartuja que la lluvia dispersó por varios puntos de la isla y llevó hasta Reina Mercedes. La lluvia aguó el «macrobotellón» pero no consiguió acabar con las ganas de fiesta de los jóvenes que se sabían referente nacional de estas concentraciones. La fiesta estaba prevista en el Charco de la Pava, pero en torno a las dos de la tarde, cuando un importante dispositivo de seguridad y sanitario estaba ya instalado, la lluvia hizo que los jóvenes buscaran el amparo de árboles, incluso de las marquesinas de autobuses, y luego fueran abandonando el lugar en busca de zonas donde resguardarse.

Pertrechados con paraguas o con sudaderas con capuchas y también sin más protección contra el agua que la ropa, algunos se decidieron por el puente del Cachorro, al amparo de sus toldos o en los bajos, o los soportales de la estación de autobuses de Plaza de Armas que llenaron, otros decidieron instalarse bajo la antigua estructura del telecabina de la Expo, y algunos, como Isa y Mónica, que insistían en que ellas, licenciadas en Publicidad y estudiantes de Marketing, van al botellón no por beber sino para conocer a gente, llegaron hasta los bajos del puente del Alamillo. A media tarde, y mientras en Reina Mercedes la concentración de jóvenes volvia a repetir las imágenes de otros días -bajo los soportales próximos a los bares primero y luego, por la intervención de la Policía, en la acera alejados de las viviendas-, se corrió la voz de que la gente se estaba concentrando bajo las carpas del antiguo apeadero del AVE de la Cartuja. Hacia allí se dirigieron en tropel muchos jóvenes, cargados con bolsas llenas de bebidas, y también buena parte del dispositivo policial y sanitario. En torno a las cinco y media de la tarde, en el lugar habría unos diez coches de la Policía Local -que sólo en algún momento y por la afluencia de jóvenes tuvieron que desviar el tráfico hacia la avenida Marie Curie- y dos furgonetas de la Policía Nacional. También se localizaron en la zona tres ambulancias junto a varias furgonetas de televisión. El antiguo apeadero se fue llenando de una forma continuada hasta alcanzar una cifra aproximada de 4.000 personas. Llegaba gente que antes había estado en Plaza de Armas y a los que avisaron que la «fiesta» estaba allí por teléfono móvil; jóvenes que llegaban de Huelva o de Málaga, como Leopoldo que, junto a sus amigos José Miguel y Gabriel, estaba dispuesto a disfrutar de la «fiesta de la mojá» «a tope». Conforme avanzó la tarde y aumentó el consumo de alcohol se produjeron en el apeadero los primeros incidentes: peleas en las que se utilizaron paraguas, la intervención de la Policía para proteger a un equipo de televisión y atenciones por intoxicaciones etílicas. Hasta el cierre de esta edición el suceso más grave fue una pelea que se saldó con un herido leve por arma blanca -un destornillador o un punzón- y una contusión en la cabeza, que fue resuelta por la Policía Nacional, que detuvo a dos jóvenes por la agresión. La víctima, con heridas en rostro y costado, fue trasladada a Traumatología del Hospital Virgen del Rocío. La preocupación policial ya se centraba también en las vías de acceso ante el peligro de accidentes de circulación.

A.E.Y/ J.L.G/ M.D.A.

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