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Puerto Triana: el Azca de Sevilla

Diario de Sevilla | Jueves, 01 de Enero de 1970, 00:00:00

Puerto Triana acabará con el tácito canon –nunca escrito– de que en Sevilla ningún edificio puede superar en altura a La Giralda. La turris fortissima hispalense será la primera que podrá contemplar durante el próximo lustro –puede que incluso antes– cómo se alza en la otra orilla del Guadalquivir un rival simbólico, pero de diseño contemporáneo, que no sólo la igualará en aspiración y horizontes, sino que la superará con holgura como símbolo urbano. Otra cosa es la estética. O la belleza. El inmueble, cuya fisonomía concreta todavía no está definida por completo, medirá un mínimo de 150 metros de altura. A razón de tres metros por cada una de sus cincuenta plantas. Ésta, al menos, es la versión oficial del Ayuntamiento, que concibe esta operación como un proyecto de transformación urbana positivo que dejará –para bien o para mal– una marca expresa, y acaso rotunda, en la historia reciente de Sevilla.

El documento normativo que hoy se aprobará en el seno de Urbanismo –el Plan de Reforma Interior del Sur de la Cartuja, que desarrolla los parámetros de ordenación establecidos por el nuevo Plan General, todavía en plena tramitación–, sin embargo, tolera para este futuro rascacielos una altura máxima potencial incluso superior a la que ayer mismo confirmaron los responsables municipales: 225 metros de altura. A razón de 4,5 metros por cada una de las 50 plantas. La elección de la altura definitiva de la torre de Puerto Triana dependerá, al cabo, de sus promotores –las dos cajas de ahorros de la ciudad– y del arquitecto que ambas contraten para dejar su sello en este delicado enclave de la urbe hispalense, a mitad de camino entre el Casco Histórico –la ciudad simbólica–, la Isla de la Cartuja –la Sevilla futurista que se soñó en 1992–, Triana –la ciudad tradicional, ya casi ida– y la prolongación de la capital andaluza hacia la comarca del Aljarafe –la Sevilla metropolitana–. El nuevo edificio no brotará de la nada. Se construirá sobre un inmueble algo inferior en pretensiones: un complejo comercial de usos terciarios que funcionará a modo de basamento y cuya altura será de 25 metros (seis plantas). Esta medida se ha convertido en la altura mínima permitida en esta parte de Sevilla. Es la que tiene el Pabellón de Los Descubrimientos, cuya demolición, esencial para poder iniciar las obras de Puerto Triana, se iniciará en las próximas semanas. Ya hay licencia. Con independencia del vuelo que al final tenga el edificio Puerta Triana –150 metros como mínimo: 225 como máximo–, el arquitecto que tenga que definir su perfil trabajará con bastante margen de movimientos. El marco urbanístico diseñado por el director del PGOU, Manuel Ángel González Fustegueras, permitirá que la torre de oficinas –donde irá la sede central de las dos instituciones financieras– pueda jugar con las alineaciones, la inclinación e, incluso, la volumetría. Será lo que los técnicos llaman una "edificación abierta". O lo que es lo mismo: sobre el centro comercial (el citado edificio-base), que tendrá que diseñarse de forma que no se convierta en un bloque unitario, sino que permita la visión entre las dos calles que delimitan la manzana en la que irá el complejo, se levantarán los distintos cuerpos de una enorme torre de oficinas que irá retranqueándose (descomponiéndose en tamaños y formas diferentes) hasta llegar a su cima, que será el punto más alto de Sevilla. La pirámide edificada sobre el espacio comercial podrá tener una inclinación máxima de 60 grados sobre la horizontal. El modelo referencial más cercano –geográficamente hablando– sería, aunque con variantes, el complejo Azca de Madrid, célebre tras el incendio del edificio Windsor. Un centro de negocios en el sur de la antigua Expo 92. Los usos son idénticos, salvo en sus magnitudes, a los que en su día presentaron las cajas. Si entonces la mayor parte del espacio lucrativo se dedicaba a comercios, ahora éstos se limitan a 48.000 de los 68.000 metros cuadrados autorizados. Las oficinas ganan todo el protagonismo. También aumentan las cesiones públicas. Aunque no tanto como la altura: la Torre Bofill, del proyecto anterior, nunca pasó de los 80 metros.

Carlos Mármol

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